Del pensamiento onda al prototipo: cómo diseñamos cuando elegimos converger
noviembre 9, 2025
Muchas veces, cuando intento explicar cómo funciona el pensamiento creativo, busco analogías en otras disciplinas. Porque a veces, es en el lenguaje de otras ciencias donde logramos ver con más claridad lo que hacemos cuando creamos.
En física cuántica, una partícula puede estar en mil lugares al mismo tiempo. Es onda: pura posibilidad. Pero cuando la observás, colapsa. Se detiene en un punto. Ahí aparece “la realidad”.
El pensamiento creativo funciona parecido.
Mientras pensamos, las ideas vibran, exploran, se ramifican. Todo es potencial. Eso es la fase divergente: múltiples caminos abiertos, hipótesis, conexiones inesperadas. El pensamiento creativo es, en su esencia, onda: simultáneo, abierto, indeterminado.
Pero para actuar, para materializar, en algún momento necesitamos hacer algo profundamente incómodo: elegir. Es el momento en que pasamos de la divergencia a la convergencia.
Ahí aparece el principio central de cualquier proceso de diseño: no podemos producir nada si no convergemos antes. No podemos prototipar si no elegimos una forma, aunque sepamos que esa forma es apenas una versión de las infinitas posibles.
En Design Thinking este proceso está claramente planteado: primero abrimos el campo, exploramos el espacio de las preguntas, las ideas, los escenarios. Luego, para avanzar, seleccionamos una hipótesis de trabajo que nos permita llevar la idea al mundo real.
Este primer movimiento de convergencia no garantiza que sea la mejor versión. Pero sí habilita algo fundamental: el paso del pensamiento a la acción. Es el modo en que las ideas se convierten en materia.
Sin esa primera elección, el pensamiento queda en estado de onda, girando en la abstracción. Y aunque eso puede ser un espacio fértil por un tiempo, sin convergencia no hay producto, no hay proyecto, no hay narrativa.
El resultado —el prototipo, el primer boceto, la primera entrega— no es el fin del proceso. Es apenas la versión de hoy: lo que somos capaces de sostener en este momento. Mañana, con nuevos aprendizajes, nuevos errores y nuevos ensayos, volveremos a elegir, a ajustar, a converger nuevamente.
En storytelling, esto es igual: la historia que contamos hoy es la mejor forma que logramos darle ahora a un relato que podría tener cientos de versiones posibles. Cada vez que contamos, volvemos a ajustar, a editar, a encontrar nuevos matices. La historia sigue moviéndose.
Por eso, el verdadero trabajo creativo no es encontrar “la versión perfecta”, sino habitar el proceso: abrir posibilidades, converger cuando es necesario, prototipar, corregir y volver a abrir.
La única forma de crear es avanzar por versiones. Elegimos, prototipamos, ajustamos. Nuestras decisiones de convergencia son las que construyen nuestro futuro